lunes, 30 de marzo de 2015

Otoño otra vez



Pasto, tierra y viento. La mas nítida foto del alfa y el omega. La complejidad infinita del universo representada en una tarde de Marzo, mientras cuatro cielos fluorescentes amenazan despertar mientras camino descalzo.
Tropiezo con un tronco y caigo roto al piso. Me vuelvo hacia vos, pero tus ojos siguen perdidos en alguna dimensión extraordinaria. Tu respiración galopa al ritmo del nuevo amanecer que se nos escapaba. Pensar que todo este tiempo estuve buscándolo todo afuera y resulta que se encontraba dentro mío. Ni amor, ni odio, ni nada para definir mi existencia. Solo mi celosa necesidad de locura.
Me arrastro hacia el abismo y espero alguna invitación para volver a ser el dueño de mi suerte. En cambio me inunda el silencio. Floto en la fina frontera entre la desesperanza y la ilusión. Ahí lo entiendo todo y abrazo mi libertad. La independencia plena que otorga el no tener un Dios sobre nuestras cabezas.
Me dejo caer y me pierdo en una densa nube de hojas secas. Siento la invencible fuerza de la gravedad sobre mi cuerpo. La interminable caída despeja mis horizontes y levito imposible hacia la eternidad.
Abro los ojos y el viento seguía siendo viento. Camino hasta tu santuario de naturaleza muerta y me dejo caer. Mis piernas sangran por dentro y rindo mis ganas al mejor postor. Intento enfocar mi vista y entiendo que la claridad es una persiana mal cerrada.
Prendo un cigarro y espero.
Quizás despiertes y me busques.
Quizás elijas recordarme.
Quizás me hagas infinito y viva siempre en la corteza de todas las cosas.