jueves, 18 de septiembre de 2014

Apocalyptic high


1 minuto.
No podes hablar con la garganta cortada.
No sé porque, pero ya no ardían las quemaduras de cigarrillo en tus brazos.
Ya no te quejabas. Ya no me encerrabas. Ya no me enterrabas.
A finales de Diciembre hundías tu cara en la nieve para convertirte en raíz.
Soñabas con transformarte en el símbolo pagano de la masturbación idiosincrática.
6 minutos. Ya no hablás. 360 segundos de silencio. De tu silencio. De la madre de todos los silencios.
Siempre gritabas algo en algún otro idioma. Yo apenas entendía el mío. Y el tuyo ni siquiera era tuyo.
Tu inclemente melancolía sobre todo lo que no fuiste. Y de todo lo que quisiste ser.
La sangre gotea. La tuya también.
Y el charco se convierte en marea.
Y la marea en un agüero negro.
Y del agujero negro el viento.
Y el viento que raspa tu piel como si siguiera presionando el cuchillo de Elizabeth sobre tu cuello.
9 minutos. Glorioso silencio de los que no tienen fortaleza.
10 minutos.
11 minutos. El goteo de tu sangre suena a palabras.
12 minutos.
13 minutos. Te mataría de vuelta por escuchar decir “Yttligare ett steg närmare total jävla utfrysning” otra vez.
14 minutos.
15 minutos. Quizás de tu sangre florezca la oscuridad.
16 minutos. La inevitable oscuridad.
17 minutos.
18 minutos.
19 minutos. Quizás no.